No es el ocaso, no,
esa tristeza de no tenerte nunca
mientras sueño tus ojos en mis ojos,
es como la incertidumbre de saber que no
estás y tal vez llegues.
A veces veo tus manos de sombra en el
ocaso, y otras manos de sol para
alumbrarte,
y otros ojos llenándote de besos.
Pero ahora tus manos en mi huerto,
buscan la humedad de mis aguas para
sembrarse dulcemente.
Porque un huerto es poca cosa; tal vez,
pero revivo en el todos los días.
Dame por Dios, tierra y no ausencia
para que brote amor de sus raices.
miércoles
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